
Cuando una pareja compra una vivienda, lo habitual es que ambos figuren como titulares del préstamo hipotecario. Sin embargo, con el paso del tiempo pueden surgir circunstancias, personales o financieras, que lleven a plantearse si conviene cambiar la hipoteca de dos titulares a uno solo.
Esta decisión no es menor: implica una modificación legal y económica que debe analizarse con cuidado. En este artículo, explicamos qué supone hacer este cambio, en qué situaciones puede ser recomendable, cuánto cuesta y qué consecuencias fiscales y legales conlleva.
Cambiar una hipoteca de dos titulares a uno significa que una de las personas deja de ser responsable del préstamo y la otra asume toda la deuda pendiente. Este proceso, conocido como novación hipotecaria, requiere la autorización del banco, ya que implica modificar las condiciones originales del contrato.
La entidad financiera debe evaluar si el titular que se queda con la hipoteca tiene suficiente solvencia para afrontar el pago por sí mismo. En la práctica, el banco revisará su nivel de ingresos, estabilidad laboral y ratio de endeudamiento, del mismo modo que haría en una solicitud de hipoteca nueva.
Este cambio también puede incluir otras modificaciones, como ajustar el plazo, el tipo de interés o el importe pendiente, dependiendo del acuerdo entre las partes y la aprobación de la entidad.
Para entender mejor el contexto hipotecario actual, y cómo puede influir en esta decisión, puedes consultar esta guía sobre cómo afecta el Euríbor a la hipoteca.
Existen varios motivos por los que una persona puede querer quedarse como único titular de una hipoteca. En algunos casos es una decisión personal, en otros una necesidad legal o consecuencia de un cambio vital.
Es una de las situaciones más comunes. Cuando una pareja se separa, lo habitual es que uno de los cónyuges mantenga la vivienda y asuma la hipoteca. En este caso, es necesario formalizar un acuerdo ante el banco para liberar al otro titular de toda responsabilidad.
Este paso es fundamental, ya que aunque uno de los cónyuges deje de vivir en la vivienda, seguirá siendo responsable de la deuda mientras figure en la hipoteca. Si la persona que permanece en la casa incumple los pagos, el banco podrá reclamar al otro titular.
Además del trámite bancario, este cambio debe reflejarse también en la escritura de propiedad y, en su caso, en el convenio de divorcio.
En caso de fallecimiento, la deuda hipotecaria pasa a los herederos del titular fallecido. Si la hipoteca está a nombre de los dos cónyuges, el superviviente puede solicitar quedarse como único titular, asumiendo la totalidad de la deuda.
Aquí cobra especial importancia contar con un seguro de vida vinculado a la hipoteca, ya que puede cubrir parcial o totalmente el importe pendiente. Esto evita que la carga económica recaiga sobre los herederos o el cónyuge superviviente.

Decidir si poner la hipoteca a nombre de un solo cónyuge es conveniente depende de múltiples factores: la estabilidad económica, el valor de la vivienda o el acuerdo entre las partes.
A veces, el cambio se plantea como una medida de reorganización económica familiar. Por ejemplo, si uno de los titulares mejora su situación laboral o recibe una herencia que le permite asumir la deuda en solitario, puede solicitar el cambio.
En otros casos, puede ser parte de una estrategia para amortizar la hipoteca más rápidamente o negociar nuevas condiciones con el banco. La amortización anticipada es una opción que puede reducir intereses y plazo, siempre que se haga con planificación. Si te interesa este tema, puedes leer más sobre si conviene amortizar la hipoteca.
Eso sí, antes de tomar la decisión, conviene comparar si es más ventajoso cambiar el titular o mantener la hipoteca compartida. En algunos casos, mantener a dos titulares puede ofrecer más estabilidad ante posibles imprevistos.
El cambio de titularidad de una hipoteca implica una serie de trámites y gastos que conviene conocer de antemano.
Los principales son:
En total, el coste del cambio suele oscilar entre 600 y 1.200 euros, según la complejidad del trámite y la entidad.
Además, es importante recordar que el proceso no puede hacerse unilateralmente: el banco debe aprobar el cambio y el titular saliente tiene que firmar su renuncia ante notario.
Desde el punto de vista legal, el nuevo titular asume toda la deuda hipotecaria, así como las obligaciones fiscales derivadas. Si el cambio se produce en el marco de un divorcio o una herencia, puede tener implicaciones adicionales:
Por otro lado, si la hipoteca está vinculada a deducciones fiscales por vivienda habitual, conviene revisar cómo afecta el cambio a la posibilidad de seguir aplicándolas.
En cualquier caso, antes de realizar una operación de este tipo, es recomendable consultar con un asesor hipotecario o fiscal, para evitar errores costosos.
Y si quieres estar al día sobre las condiciones del mercado y otros temas relacionados, puedes consultar más información en nuestra sección de hipotecas.
Temas que te pueden interesar